martes, 27 de agosto de 2013

LA MASONERIA Y LA INDEPENDENCIA DE BRASIL

 LA MASONERIA Y LA INDEPENDENCIA DE BRASIL
  


Pedro I, primogénito del rey Juan VI de Portugal, emperador del Brasil  y rey de Portugal, iniciado el 5 de agosto de 1822, fue instalado Gran Maestro del Gran Oriente de Brasil el 5 de octubre de 1822
         



   Desde su implantación en Brasil en 1797 hasta el fin de la Republica Vieja en 1930, la masonería como organización o a través de sus miembros, ha sido en buena manera responsable de los grandes acontecimientos que configuraron el país actual. A finales del XVIII y comienzos del XIX, la vanguardia del pensamiento (burgueses, intelectuales, nobles, militares, clérigos…), formaron parte desde el primer momento de los cuadros de las logias masónicas junto con otros que lo hacían atraídos por su curiosidad sobre los temas esotéricos o, posteriormente, cuando se asoció la masonería al poder, o quienes sencillamente buscaban prestigio e influencia social. Debido a la carencia de Universidades, los hijos de las familias con recursos de Brasil eran enviados a estudiar a Europa, normalmente a la Universidad de Coimbra en Portugal o a la Universidad de Montpellier en el Sur de Francia. Allí entraban en contacto con las ideas revolucionarias y los nuevos conceptos liberales, lo que propiciaba el que se afiliaran a alguna organización secreta, que era la única manera de poder desarrollar sus inquietudes.
   Antes de surgir en Brasil las primeras sociedades de carácter masónico, la masonería como filosofía, indirectamente, influía en la formación de la nueva sociedad brasileña. El trabajo se inició en los clubes literarios, academias y grupos patrióticos que realizaban actividades artísticas e intelectuales, y contribuían a difundir las nuevas ideas que germinaron en los movimientos emancipadores.
   La masonería hizo acto de presencia en Brasil en 1797 a bordo de un barco francés que fondeó en la Bahía de Todos los Santos próxima a Salvador, cerca del Monte Cristo. Allí se constituyó la primera logia llamada Cavaleiros da Luz. A partir de 1800 son fundadas las primeras logias masónicas con fines claramente reformadores o políticos, pero revestidas con la liturgia masónica. En 1806 el virrey prohíbe todas las actividades masónicas en Brasil, pero a pesar de ello siguieron sus actividades. En 1815 se funda la logia Comercio y Artes en Río de Janeiro que tendría un importante papel en los acontecimientos de la Independencía.
   Huyendo de los franceses, el rey de Portugal João VI, había trasladado su corte a Brasil en 1808, y en 1815 transformó la antigua colonia en Reino Unido de Portugal, Brasil y el Algarve. En 1810 los ingleses expulsan a los franceses de Portugal y gobiernan el país con el consentimiento de João VI, que se queda en Brasil. El 1818, después de la Revolución Pernambucana, João VI prohíbe las sociedades secretas en el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve. En 1820 la Revolución de Porto, de carácter liberal, con participación protagonista de miembros del Gran Oriente Lusitano, y muchos militares, consigue expulsar a los ingleses, establece un gobierno provisional, elabora una Constitución también provisional e impone al rey João VI tres exigencias principales; que acepte la Constitución, que acepte el nuevo Gobierno y le ordena su vuelta inmediata a Portugal junto con su familia.
   João VI aceptó las exigencias y regresa a Lisboa el 24 de abril de 1821, sin olvidarse de llevarse el tesoro, dejando Brasil en una crisis económica y politica sin precedentes y habiendo nombrado dos días antes como Regente en Brasil al príncipe heredero, su primogénito de 23 años de edad, Pedro de Alcántara, Bragança y Borbón. La vuelta de João VI a Brasil permite la reorganización de la masonería en Río bajo la dirección de Joaquim Gonçalves Ledo. A las cortes portuguesas, que querían devolver a Brasil la condición de colonia, no les agrado que Pedro de Alcántara se hubiera quedado en Brasil. Temían, no sin razón, que ocurriera lo que ya estaba ocurriendo en el resto de países americanos, que Brasil se independizara.
   Unos meses después de la salida de João VI de Brasil, se reinstala la logia Comercio y Artes. A partir de ella se formó en 1822 la primera Obediencia Masónica Brasileña llamada el Gran Oriente Brasiliano o Brasilico (GOB). Fueron elegidos por aclamación como Gran Maestro, Jose Bonifacio de Andrada y Silva, Gran Maestro Adjunto, el Mariscal Joaquim de Oliveira Alvares, Primer Gran Vigilante Joaquim Gonçalves Ledo y como Gran Orador el Padre Januario de Cunha Barbosa que serían , junto con el Principe, los grandes protagonistas de la Independencia.
   Realmente el GOB estaba dividido entre dos tendencias, la monárquica representada por José Bonifacio de Andrada, y la republicana encabezada por Gonçalves Ledo. Estos diferentes puntos de vista trascendían las paredes de las logias masónicas reflejándose en la prensa. Gonçalves Ledo tenía mayoría dentro del GOB, pero Bonifacio de Andrada era persona de confianza del príncipe.
   El grupo republicano liderado por Gonçalves Ledo, que tenia como base la logia Comercio y Artes de Río, se posicionó inicialmente a favor del decreto de las Cortes portuguesas pensando que si el príncipe Pedro de Alcántara volvía a Portugal seria más fácil la independencia, el Gobierno General de Brasil se desplomaría y las Regiones se rebelarían proclamándose diferentes republicas independientes.
   Para neutralizar las acciones de este grupo, los monárquicos, incluidos los masones con Bonifacio de Andrada a la cabeza, se movilizaron e hicieron llamamientos a la población para que Don Pedro se quedara como garantía de una posible independencia. La presión fue tan fuerte que los republicanos cambiaron su estrategia y se adhirieron a los monárquicos trabajando de forma conjunta durante un tiempo. Realmente, el grupo de Bonifacio lo que no quería era la separación de Portugal y pensaban que si Don Pedro regresaba, las posibilidades de que Brasil se dividiera en Republicas independientes eran muy altas. En todo este proceso, como no existían los partidos políticos, las logias masónicas se comportaban como incipientes organizaciones políticas. De hecho, en algunas de ellas, cuando se ingresaba, se juraba luchar por conseguir la independencia.
     
Jose Bonifacio de Andrada y Silva (1763-1838) Gran Maestro del Gran Oriente de Brasil
       

   Las principales fuerzas económicas que se oponían al proceso de independencia eran los comerciantes de Porto que querían recuperar el monopolio del comercio con la excolonia. Don Pedro, como Regente, constituyó un primer gobierno formado solo por brasileños, la mayoría masones, juntamente con el ministro de origen portugues, Farinha, que le habia sido fiel. Como Ministro del Reino (primer ministro), Justicia y Extranjero nombró a Jose Bonifacio Andrada. Un primer objetivo de Jose Bonifacio fue restaurar la unidad brasileña que se había eliminado por el decreto de las Cortes firmado por João VI en 1821. Para ello convocó un Consejo de Estado de las provincias de Brasil que iba a servir de Consejo asesor de Don Pedro. Así, en los primeros días de mayo de 1822, la logia masónica Comercio y Artes de Río decidió, por unanimidad, ofrecer a Don Pedro el titulo de “Protector y Defensor perpetuo del Brasil”. Don Pedro aceptó el título, aunque pidió que se quittara el calificativo de Protector.
   En este mes se originaría otro conflicto entre los partidarios de Bonifacio y de Gonçalves Ledo. Los segundos eran partidarios de convocar una Asamblea Constituyente que tendría como misión elaborar la primera Constitución brasileña. Los primeros eran contrarios a esta idea en ese momento. Gonçalves Ledo movilizó a la opinión pública y a la prensa en defensa de la convocatoria. La presión hizo que Don Pedro aprobara la iniciativa y la Asamblea fue convocada al día siguiente por un Decreto. Esta Asamblea no comenzó sus trabajos hasta once meses después, el 3 de mayo de 1823.
   En Julio, a propuesta del propio Jose Bonifacio, Don Pedro fue votado y admitido en la masonería de modo que el 2 de agosto de 1822 fue iniciado, adoptando el nombre simbólico de Guatimozin. Tres días después, a propuesta de Ledo, fue elevado al grado de maestro masón.
   El 20 de Agosto, en un inflamado discurso en el GOB, Gonçalves Ledo proclama la Independencia de Brasil. El día 28 de Agosto llegan a Río de Janeiro los nuevos Decretos (nº 124 y 125) de las Cortes de Portugal que anulaban todos los actos del Príncipe, inclusive la convocatoria de la Asamblea Constituyente y la del Consejo de Estado, exigiendo el inmediato retorno del príncipe Pedro. El 14 de Agosto, Don Pedro viajaba hacia São Paulo con el propósito de controlar la revuelta que se había organizado contra la gestión de los Andrada, quedando como regente su esposa Doña Leopoldina. La Regente convocó el Consejo de Estado el día 2 de Setiembre, del que formaban parte Gonçalves Ledo y Jose Clemente Pereira. Allí se acordó enviar los Decretos de Portugal a Don Pedro pidiéndole que declarara la Independencia. Don Pedro tomó conocimiento del contenido de las cartas e indignado proclamó la separacion de Brasil de Portugal con el famoso grito de “Independencia o Muerte”. Era el 7 de septiembre de 1822.
   El 9 de septiembre, el GOB, ignorando el manifiesto de Don Pedro en São Paulo, convocó Asamblea Extraordinaria presidida por Joaquim Gonçalves Ledo y aprobó apoyar la inmediata proclamación de la independencia con el nombramiento de Don Pedro como primer rey de Brasil. El 12 de Setiembre el GOB decide en Asamblea proclamar a Don Pedro como rey constitucional de Brasil enviando emisarios a todas las provincias. 

Estatua de Joaquim Gonçalves Ledo (1781-1847) en el monumento a la independencia, Sao Paulo, Brasil.


         



   Entre el 28 de septiembre y el 4 de octubre de 1822 (fechas de la última asamblea presidida por Bonifacio y del juramento y toma de posesión de Don Pedro) Ledo organizará una jugada política en contra de Jose Bonifacio para desplazarlo de la cúpula del GOB; el príncipe es elegido como Gran Maestro, quedando Jose Bonifacio relegado a Gran Maestro Adjunto. El príncipe aceptó el cargo y el 4 de octubre fue instalado como Gran Maestro del GOB. El 12 del mismo mes, Don Pedro es aclamado como emperador de Brasil con el nombre de Pedro I, siendo coronado el 1 de diciembre de aquel año. Solamente tres provincias se adhieren a la Independencia: Río de Janeiro, Sao Paulo y Minas Gerais. Bahía y Pernambuco, que tenían tropas portuguesas, no lo hicieron. Pará, Maranhao, Piauí y Alagoas también se mantuvieron fieles a Portugal. La Provincia de Cisplatina, actual Uruguay, ocupada por un regimiento portugués, tampoco. La situación para Pedro I era bastante complicada con su Imperio quebrado y bajo mínimos. Los portugueses centraron su ofensiva en Salvador (Bahía) enviando grandes contingentes de tropas y armas. Pero en Julio de 1823 los portugueses, perdedores, abandonaron Salvador, después Maranhão, Pará y finalmente todo el Nordeste. A final de mes las Cortes portuguesas fueron disueltas y su ejército regreso para Europa. La guerra había finalizado y la Independencia estaba consumada.
   Volviendo a 1822, el 21 de octubre Pedro I como Gran Maestro del GOB manda a Gonçalves Ledo que suspenda los trabajos del Gran Oriente. Pero el día 25, ocurren dos acontecimientos simultáneos, por una parte se realiza el cierre de actividades en el Libro de Oro del GOB, sin comunicación a la Asamblea, y por la otra Pedro I como Gran Maestro envía una nueva carta a Ledo mandando reiniciar los trabajos de la logia. Entre los días 21 y 24 Ledo había mantenido contactos con el Gran Maestro del GOB para evitar este desenlace, sin ningún resultado aparente. Cuando recibió la segunda carta los acontecimientos políticos manejados por el grupo de Bonifacio ya no le permitieron continuar con su actividad anterior. Dos días después de la segunda carta del emperador, los hermanos Andrada (Jose Bonifacio y Martim Francisco que era Ministro da Fazenda) en una estrategia bien calculada presentaron su dimisión a Pedro I. Rápidamente los seguidores masones de los Andrada se movilizarón, presionarón y consiguierón que el emperador los restituyera en los cargos. Los Andrada, fortalecidos por este acto, iniciaron desde el poder una investigación que desencadenó de forma inmediata en una fuerte represión contra el grupo de Ledo. Estos acontecimientos se conocen como la “Bonifacia”. Realmente Ledo había puesto las cosas fáciles a los Andrada cometiendo un gran error cuando intento imponer a Don Pedro, en su aclamación como Emperador del Brasil (el 12 de Octubre), un juramento previo de la Constitución que aún no había sido redactada.
   Ledo, con el auxilio del cónsul de Suecia, consiguió escapar a Argentina. Jose Clemente Pereira fue preso y el 30 de diciembre de 1822 fue deportado a Francia junto con Januario de Cunha Barbosa. Otros masones fueron presos y después liberados. Las logias acabaron sus trabajos y el GOB abatió columnas hasta 1831, año de la abdicación. Desde el Gobierno se fomentó la idea ante la opinión pública de que la Masonería era la enemiga del emperador y de la Monarquía.

LA MASONERÍA BONAPARTISTA

 LA MASONERÍA BONAPARTISTA
  
Cuando Napoleón Bonaparte llegó al poder, aprobará un texto firmado en 22 de junio de 1799 ordenando la unión de la Gran Logia de Francia y el Gran Oriente de Francia (GODF). Aunque algunas logias del rito "escocés", rechazan esta aproximación, en todo caso, esta etapa estará marcada por un intolerable grado de intromisión gubernamental en la vida de las Logias.
 
Andres Massena, Mariscal de Francia, iniciado  en 1784 en la logia "La Asociación de Estudiantes de Minerva" de Toulon y Grande Maestre del Gran Oriente de Francia
         
 

 
El año 1804 el conde de Grasse-Tilly tras volver a Francia fundó el 22 de septiembre el Supremo Consejo Grado 33. Reunida la convención el 22 de octubre escocista en la Gran Logia de Francia, Luis Bonaparte se convierte en el Gran Maestro. Con el advenimiento del Imperio, José Bonaparte (iniciado en la logia "La Perfecta Sinceridad" de Marsella) se convirtió en Gran Maestro del Gran Oriente de Francia. Las relaciones de Napoleón con el Gran Oriente serán buenas pues se llevó a cabo una purga de anti-bonapartistas. Los principales cargos de la masonería serán ocupados por familiares y personas de confianza de Napoleón, como el príncipe Luis Bonaparte, el Canciller del Imperio Jean-Jacques Regis de Cambaceres, o los mariscales André Massena y Murat. Massena había sido iniciado en Toulon en 1784 en la logia "La Asociación de Estudiantes de Minerva", y fue miembro de otras logias como "Los amigos verdaderos de la reunión" de Niza, o la logia militar "La Perfecta Amistad", llegando a dirigir el GODF.
Joaquin Murat, Etienne François Christophe Kellermann fueron miembros de la logia “Napoleón” de París. Charles Augereau de la “La Sinceridad” de París). Dominique de Pérignon y Jean-Mathieu Serrurier Philibert estaban afiliados a las logias parisinas de “San Alejandro de Escocia”. También los senadores Antoine-César de Choiseul-Praslin ("La Sinceridad, París), François-Arnail, Louis-Joseph-Charles-Amable d'Albert de Luynes y Dominique Clément de Ris, Lucas Duranteau de Bauné. También estaban afiliados a la masonería Bernard Germain Etienne de Lacepede (miembro de la logia "Las Nueve Hermanas" de París) del que era Venerable el erudito Joseph Jérôme Lefrançois de Lalande. También los generales Macdonald y Horace Sebastiani, el contra-almirante Carlos Magón René Medina, el Embajador Pierre Riel Beournonville, el ministro del Interior, Jean-Baptiste Champagny Nompère, el de La policía Joseph Fouché (iniciado en la logia "Magdalena Sofía, Reina de Suecia" en Arras) y el primer presidente de la Corte de Casación, Muraire Honoré. El Hermano Jean-Antoine Chaptal (miembro de "La Unión Perfecta", Montpellier) era el responsable de la agricultura.
 
 
Joaquin Murat, miembro de la logia “Napoleón” de París, designado por Napoleón Rey de Napoles, Murat ordenó la unificación del Gran Oriente de Nápoles y el Supremo Consejo bajo su Maestría
         
 

 
Bajo el Imperio se desarrollaron las logias militares dado que Napoleón veía en la masonería un elemento de cohesión del ejército por los sentimientos de hermandad que inspiraba. No obstante, Napoleón no se fiaba de la Masonería, aunque estuviera controlada por José Fouché, pues en ella también se ocultaban las actividades de los Realistas.
En 1805, ante las disputas entre el Grande Oriente y el Supremo Consejo del Grado 33, Napoleón, para asegurar el control del Consejo Supremo, nombará a Jean-Jacques Regis de Cambaceres como Soberano Gran Comendador en lugar de Grasse-Tilly, junto a varios dignatarios del Gran Oriente (Dominique Clément de Ris, Pierre Riel Beurnonville, Dominique de Pérignon, Muraire, D'Aigrefeuille, etc.). Jean-Jacques Regis de Cambaceres, fue Gran Comendador del Supremo Consejo de Francia desde 1806 hasta 1821.
Joaquín Murat se convirtió en rey de Nápoles el 1 de agosto de 1808. Se produjo entonces un florecimiento de las logias militares franco-italianas bajo el rito de Mizraim, que durará hasta el final del Imperio.
La batalla de Waterloo verá el fin del Primer Imperio y de las logias militares hasta ahora controladas por el Mariscal Michel Ney (iniciado en 1801 en la Logia "San Juan de Jerusalén", y Pierre Cambronne Emmanuel de Grouchy (de la logia "heroísmo" de Beauvais y "Sinceridad" en Estrasburgo). Si bien la mayoría de los mariscales del Imperio fueron masones, muchos de sus oponentes lo eran igualmente, como el Vice-almirante Horatio Nelson (de la logia “Unión” nº 331), Sir John Moore, el mariscal Mijail Kutuzov Illarionovich (de la logia "Las Tres Claves" de Ratisbona). Arthur Wellesley (Logia “Wellesley Family” nº 494), Gebhard Leberecht von Blücher (Logia "Arquímedes", en Altenburg).
Entre los masones famosos del imperio, todavía puede evocar príncipe Jerome Bonaparte (recibido masón a los 17 años en la logia "La Paz" de Toulon, y que fue luego Gran Maestro de la Gran Logia Madre de Westfalia); el príncipe Eugenio de Beauharnais, virrey de Italia (fundador del Gran Oriente y Supremo Consejo de Italia); el mariscal Louis-Alexandre Berthier, Príncipe de Neuchâtel y Wagram; el príncipe mariscal Antonio José Poniatowski (de la logia "Bracia Polacy Zjetnoc Zeni”, en Varsovia); el mariscal Nicolas Charles Oudinot, Duque de Reggio (de la Logia "San Napoleón", Amsterdam); el mariscal Louis-Gabriel Suchet, duque de la Albufera; el gran mariscal del palacio Duroc-Michel Geraud, duque de Friuli; el general Jean Andoche Junot, Duque de Abrant (iniciado en Toulon en 1794 en la logia "El Niño de Marte y Neptuno"; el general Armand de Caulaicourt, duque de Vicenza (Gran maestro Adjunto del GODF); el general Louis Bertrand de Sivray; el general Charles de Tristán de Monthollon; el general José Exelmans Remi Isidore, el general Joseph Leopold Hugo Sigisbert (Logia "Amigos de Honor de Francia"); Almirante Charles Henri Verhuell (Fiscal del GODF y entonces Gran Maestro del Reino de Westphalia; el astrónomo Pierre-Simon Laplace; Sir Charles-Louis Cadet Gassicourt. Pintores como Pierre Prudhon ("La Caridad", Beaune), Fran-Gerard Cois ("La Gran Esfinge, París) y Jean-Baptiste Isabey ("Amigos reunidos”, París). El dramaturgo François-Joseph Talma (Logia "La Unión", París). Académicos, escritores y políticos como Georges Cabanis, Benjamin Constant, Alexandre Brongniart (logia "San Juan del Contrato Social", París), Pierre Fontaine. Artistas y músicos como Luigi Cherubini (logia "San Juan de Palestina" del GODF), el escultor Claude Clodion ("Friends Meeting", París), Joseph Lakanal (logias "Perfect Point" y "Triple Armonía, Paris).
La caída de Napoleón conduce en gran medida a una restauración de la masonería libre de la dependencia gubernamental. De esta manera, no fue sino hasta la Tercera República, cuando la Masonería conoció en Francia una "edad de oro".

MASONERÍA Y REVOLUCIÓN FRANCESA: MITO Y REALIDAD

  MASONERÍA Y REVOLUCIÓN FRANCESA: MITO Y REALIDAD
  
Una creencia tenaz y persistente asegura que los masones desencadenaron la gran revolución de 1789 y que, en el secreto de sus Templos, prepararon un vasto complot para destronar a los reyes y sacrificar la religión.
Desde 1791, lo encontramos expuesto por el abate Lefranc, quien veía en la actividad de las Logias la ejecución de un “siniestro proyecto” que daría lugar al despotismo nacional; “es la masonería la que ha engañado a los franceses a encarar la muerte sin aspavientos, a manejar con intrepidez el puñal, a comerse la carne de los muertos, a beber en sus cráneos y a ganar a los pueblos salvajes en barbarie y en crueldad”.
       
 
La Declaración de los Derechos del Hombre aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789. La Declaración fue el prefacio a la Constitución francesa de 1791
 
           
En 1797, el abate Barruel daría a este mito su expresión más conocida: la Revolución es el resultado de un complot, preparado por los filósofos y tramado en las Logias. Nada se había dejado al azar en esta empresa: «En la Revolución francesa -escribe Barruel- todo ha sido previsto, meditado, combinado, resuelto, estatuido: todo ha sido efecto de la mayor infamia, puesto que todo ha sido preparado y realizado por los únicos hombres que conocían la trama de las conspiraciones urdidas tempranamente en las sociedades secretas y que han sabido escoger y provocar los momentos más propicios para los complots». Aunque la tesis de Barruel ha sido abandonada por los historiadores, la idea de que los masones contribuyeron a la preparación y, mas tarde, a la explosión de 1789 subsiste aún.
¿Se adhirieron los masones realmente a la ideología de las Luces?¿propagaron los ideales de libertad, igualdad y fraternidad; las ideas de tolerancia y progreso? En definitiva, ¿cual fue la actitud de los masones en vísperas de 1789 y después de 1789?
 
La Masonería y el mundo de la Ilustración
Hay que partir de una constatación admitida por los historiadores: en el siglo XVIII, los masones fueron ortodoxos en religión y leales en política. La masonería fue católica en Francia, pues Francia era católica. La presencia masiva en las listas de las Logias de monjes mendicantes y de vicarios seculares confirma esta afirmación. Ferrer Benimeli ha encontrado más de tres mil quinientos eclesiásticos y no cabe duda de que un análisis exhaustivo de los archivos permitirá aumentar sensiblemente esa cifra. Ello significa que de los alrededor de 30.000 masones existentes en la época, más del 10 % eran miembros de la Iglesia. Algunos sacerdotes eran venerables de Logias. Amiable cuenta 27 en vísperas de 1789, e incluso existían Logias en algunos conventos, como en el de Clairvaux en 1785. Todas las Logias exigen a sus miembros la ortodoxia en cuestiones de religión y es incontable el número de Te Deum solicitados en el siglo por las Logias masónicas. No contentos con exigir la asistencia a los oficios religiosos, los masones de Burdeos crearán en 1775 una misa escocesa.
Los masones fueron también leales en política. Este extremo puede apreciarse, por ejemplo, en el reglamento de Los Amigos constantes, del Oriente de Toulon: “Los reyes, los soberanos son la imagen de Dios sobre la tierra, de tal manera que cada hermano tendrá a mucha honra ser un súbdito fiel de su Príncipe; respetará a los magistrados y las leyes, no hablará ni escribirá nada contra el Gobierno y no se discutirá nunca en la Logia en torno a los intereses de los soberano”. Parecidas prescripciones se encuentran en logias de Toulouse, Lectoure, Coutras, Burdeos, Le Mans, Marsella.
No cabe ninguna duda de que los hermanos fueron ortodoxos en religión y leales en política. Pero, ¿cómo podría haber sido de otro modo en la Francia del Antiguo Régimen, donde las asociaciones estaban proscritas y el catolicismo era la religión del Estado? ¿Cómo hubiese podido sobrevivir la masonería si no hubiese dado pruebas de fidelidad a la monarquía y de ortodoxia religiosa? Conviene recordar que la masonería había sido prohibida en diferentes Estados (Dinamarca, Países Bajos, Suiza, Turquía) y que el Papado había hecho públicas dos bulas amenazando con la excomunión a cuantos pudieran sentirse atraídos por esta institución. Y también es sabido que la represión fue terrible en los países en los que la Inquisición hacía estragos (España, Portugal, Estados Pontificios).
Sin embargo, existen una serie de datos y de indicios que prueban que la masonería participó en el movimiento de las Luces. Procedente de una Inglaterra que ha hecho ya su revolución, la masonería se instala en Francia en unos momentos en que la sociedad aspira a la libertad después de la muerte de Luis XIV. Ahora bien, la masonería se presenta precisamente como garante de la libertad, puesto que se propone acoger a todos los hombres de bien.
Apartada del poder durante el reinado de Luis XIV, la alta nobleza que había participado en la Fronda, toma su revancha durante la Regencia, constituyendo el partido de los Duques. Y es bien significativo de hecho de que sean precisamente esos «Duques», grandes aristócratas, príncipes de sangre, quienes se inician en la masonería cuando la implantan en Francia los viajeros ingleses. La masonería es de origen protestante y sus importadores en Francia son esencialmente jacobitas, es decir, católicos romanos. Luis XV y Fleury quieren conservar las buenas relaciones con Inglaterra y, al mismo tiempo, la mayoría de sus ministros pertenecen a la Orden. Pero, para asegurarse su lealtad, hacen dimitir a Lord Derwentwater, católico, y lo substituyen por el duque de Antín, también católico, pero galicano.
Algunos masones concebían ya en 1737 que, so capa de deísmo, la Orden podía orientarse hacia una religión natural en la que habían de desembocar fatalmente todas las Iglesias. El temor de Ramsay se transforma rápidamente en algo real en la práctica masónica. En 1744, la logia La Francesa del Oriente de Toulouse adoptó la decisión de no exigir en adelante a los nuevos iniciados que prestasen juramento sobre el evangelio de S. Juan. Es cierto que la logia Inglesa de Burdeos reaccionó inmediatamente contra este acuerdo. Pero la decisión ya había sido tomada. La evolución de los rituales masónicos confirma esta tendencia. Su examen prueba que se secularizan. En el rito francés ya no se trabaja bajo los auspicios del Gran Arquitecto del Universo y la finalidad de la masonería es puramente laica. También se podría mostrar que la elección de los títulos distintivos de las logias se inscribe cada vez más en el sentido de la ideología de las Luces. El tema dominante es el de la Amistad, la Concordia, la Unión, los Corazones, la Armonía, la Beneficencia, la Fraternidad, etc.
 
Los masones y la Revolución
Está demostrado que los masones no participaron en conspiración alguna. Pero también es seguro que reuniendo hermanos de cualquier confesión y origen se podría llegar a la conclusión de que la masonería ha contribuido a la desestabilización de la sociedad del Antiguo Régimen, de la que formaba parte.
Socialmente, el masón medio pertenece a la pequeña nobleza o a la alta burguesía. El masón se considera un ciudadano perfecto, fiel a su religión, pero sin supersticiones, a la manera ilustrada; también es tolerante, benéfico, respetuoso para con los misterios masónicos; virtuoso, pero su vida no es severa; juicioso, sin desdeñar los inocentes placeres de la vida; sociable y sensible con los hermanos, huye de los sentimientos violentos: se trata de evitar por todos los medios los conflictos con los hermanos, forma de urbanidad muy propia del siglo XVIII. Está claro que en el siglo XVIII no se entraba en la masonería para hacer política. Pero las logias fueron también, al mismo tiempo, centros de beneficencia y, con toda probabilidad, de sociabilidad.
En el último tercio del siglo XVIII, Francia se encuentra en crisis: agobiada por los impuestos, las cajas están vacías. Es sabido que para hacer frente a esta situación que se agravaba por momentos, Luis XVI aceptó, a instancias de su ministro Calonne, convocar una asamblea de notables encargada de aprobar la política financiera del ministro. La mayoría de sus miembros eran masones. Calonne propuso la igualdad fiscal, que fue rechazada por todos los hermanos y por el alto clero, con la única excepción del masón Montmorency-Luxembourg, gran administrador del Gran Oriente, que la aprobó.
¿Qué deducir de todo ello? En primer lugar, que los masones estaban divididos y que el administrador general, en su calidad de jefe del Orden, no había logrado imponerles una política común. En segundo lugar, que enfrentados al problema de la igualdad fiscal, los masones de la nobleza se acuerdan de sus privilegios y los reclaman.
Todos los historiadores hacen notar que hacia 1780 la Orden se resiente de la crisis que afecta al mundo profano. Los clubes, las sociedades de lectura, las agrupaciones de toda índole que proliferan en esos momentos ponen de manifiesto que ya no se considera a las logias como el lugar por excelencia donde podría saciarse la sed de libertad y de pensamiento que caracteriza a los años finales del siglo. Si encontramos gran número de masones en los clubes es porque el Templo, en el que se habían desarrollado todos esos ideales de libertad, igualdad y tolerancia, no colmaba ya las apetencias de muchos masones pertenecientes con frecuencia al tercer estado o a la aristocracia liberal. Las logias se vacían de 1787 a 1793. Tenemos algunas cifras referentes a Marsella, Toulouse o Lyon, y esas cifras indican en todos los casos que los efectivos de las logias descienden aceleradamente.
Pero puesto que la logia no era ni un club, ni una célula de resistencia, como tampoco lo es en nuestros días, era necesario buscar los medios de esa transformación en otra parte. Y eso es lo que hicieron cantidad de hermanos. Es, pues, natural que muchos masones lo encontrasen en el combate político. En los Estados Generales 214 eran diputados masones de un total de 1165 miembros. Pero esos masones no constituyeron nunca un grupo disciplinado y nunca votaron unánimemente en los grandes debates. Según Lamarque, se les puede dividir en tres grupos de desigual importancia: un centenar de ellos (de los cuales una decena pertenecía al clero, alrededor de cuarenta a la nobleza y los demás al tercer estado) se pronunciaron constantemente en favor de las medidas revolucionarias; alrededor de cincuenta tuvieron una actitud carente de relieve, incluso equívoca; y el resto adoptó la causa del Antiguo Régimen.
Para terminar, un ejemplo significativo. Un centenar de masones fueron detenidos en Toulosuse y de ellos 37 murieron en el cadalso. Cuando se sabe que ese martirologio comprende más de la mitad de los parlamentarios guillotinados en 1794 (de los 52 magistrados ejecutados en París del 1º de floreal al 26 de prarial 27 eran masones) ¿se puede todavía pretender que los masones han querido y preparado colectivamente la revolución?
Así, para concluir, se puede afirmar que si bien la masonería no ejerció gran influencia en el desarrollo de la Revolución, la Revolución transformó profundamente a la masonería.
Extractado de: Charles Porset, “La Masonería y la Revolución Francesa: del mito a la realidad” (Universidad de París-Sorbonne), en J. A. Ferrer Benimeli (coord.), Masonería, Política y Sociedad. Actas del III Symposium de Metodología aplicada a la Historia de la Masonería Española, Zaragoza, 1989, Vol. I, pp. 231-244.
    
El “Juramento del Juego de la pelota” fue un compromiso de unión presentado el 20 de junio de 1789 entre los 577 diputados del tercer estado para no separarse hasta dotar a Francia de una Constitución, haciendo frente a las presiones del rey Luis XVI. Cuando la guardia impidió que los diputados del "tercer estado" se reunieran decidieron hacerlo en la sala del jeu de paume de Versalles. Este acto determinante de afirmación política del pueblo fue considerado como el nacimiento de la Revolución francesa. Para celebrar el acontecimiento, los parlamentarios jacobinos (Sociedad de los Amigos de la constitución) encargaron un año después a Jacques-Louis David plasmar el juramento. Pero un gran número de diputados del Congreso constituyente fue identificado despues con las facciones enemigas del Gobierno, por lo que David abandonó la obra. Sin embargo, uno de sus discípulos la acabó partir del esbozo realizado por su maestro. Para simbolizar el sentimiento de unanimidad hace converger hacia Bailly la mirada y los brazos de todos los diputados presentes, el cual levanta un brazo para silenciarlos y leer la declaración. Centrados y en primer plano se representan tres clérigos abrazados, uno de ellos cartujano y otro protestante representando la tolerancia. Robespierre, en primer plano a la derecha, de pie y con las manos sobre el pecho. La parálisis del único opositor al juramento, el diputado Martin-Dauch, sentado a la derecha del todo, se contrae ante el entusiasmo general

LA INICIACIÓN MASÓNICA DE VOLTAIRE (1778)

  LA INICIACIÓN MASÓNICA DE VOLTAIRE (1778)
  
 
Voltaire (1694-1778) escritor, historiador, filósofo y abogado francés fue uno de los principales representantes de la Ilustración. Miembro de la Academia francesa. Fue iniciado en la masonería en París el martes 7 de abril de 1778 en la logia Les Neuf Soeurs
         
   
     
A veces se suele establecer una especie de correspondencia entre masonismo y volterianismo. Pero lo que de ordinario no se indica es que Voltaire fue iniciado en la masonería a la edad de ochenta y cuatro años, exactamente siete semanas antes de su muerte.
Fue el martes 7 de abril de 1778 cuando Voltaire abandonó el mundo profano para entrar en la sociedad de los misterios. Concretamente en el templo de Les Neuf Soeurs que se encontraba en la sede del Gran Oriente. El busto de Luis XVI, el del Gran Maestre, el del rey de Prusia Federico II, el de Helvetius, presunto fundador de la logia, acogieron a Voltaire. Todos los grandes hombres de la Masonería francesa estaban presentes, y Benjamín Franklin entre ellos.
El abate Cordier de Saint-Firmin fue el encargado de presentar a Voltaire. La logia, a petición del sacerdote padrino del profano, decidió que en razón de su edad y débil salud dispensaba a Voltaire de las pruebas más penosas. Así, pues, no se le vendaron los ojos, por ejemplo. Pero, en sustitución, una cortina negra le impidió ver el Oriente hasta el instante en que la iniciación fuera un hecho consumado. Una comisión de nueve miembros designados por el Venerable tuvo por oficio el recibir y preparar al candidato. Este, apoyado en los Hermanos Franklin y Court de Gébelin, entró en el templo. Después de haber respondido de forma notable a cuestiones de moral y filosofía, que le planteó el Venerable, experimentó una gran impresión cuando, desapareciendo el velo negro, pudo ver el Oriente en todo su esplendor y la corona de personajes célebres que se encontraban allí reunidos.


El Hermano Benjamin Franklin (Boston, 1706-Filadelfia, 1790) influyó en la redacción de la Declaración de Independencia norteaméricana (1776). Nombrado representante oficial estadounidense, viajó en 1775 a Francia en busca de apoyo contra las tropas británicas firmando un tratado de comercio y cooperación (1778)

El Hermano Antonie Court de Gebelin (Nimes, 1725-París, 1784) estudió Teología y lo mismo que su padre, ejerció el ministerio de pastor de la Iglesia Reformada. Sostuvo que las cartas de tarot eran de origen egipcio y que eran una alegoría de la filosofía y de la razón egipcias


El Hermano Joseph Lefrançois de Lalande (1732-1807) se licenció en Derecho y ejerció en Paris como abogado. Con su amigo Lemonnier y Lacaille viajaron al Cabo de Buena Esperanza para realizar investigaciones científicas que le valieron el acceso como miembro a la Academia de Ciencias de Berlín. Dedicado a la astronomía consiguió notable fama
Lalande le hizo prestar entonces la obligación; le recibió como aprendiz, siguiendo la costumbre, y le comunicó los signos, palabras y señales de reconocimiento. Una corona de laurel vino a ceñir su cabeza, que el nuevo hermano no quiso guardar, y cuando Lalande se le acercó para colocarle el delantal que había pertenecido a Helvetius, el nuevo hermano lo llevó a sus labios, rindiendo así homenaje a su memoria.
Después de haber sido colocado Voltaire en el Oriente por el Venerable -lo cual era algo excepcional- Lalande le dirigió un discurso en el que entre otras muchas frases retóricas, tras aludir a su amistad con Federico II de Prusia, señaló claramente cómo no había sido masón antes, de una forma explícita, si bien lo había sido en espíritu. Estas fueron sus palabras:
«Muy querido hermano, la época más gloriosa para esta logia estará en adelante señalada por el día de vuestra adopción. Hacía falta un Apolo en la logia de Las Nueve Hermanas; ella lo encuentra en un amigo de la humanidad, que reúne todos los títulos de gloria que podía desear para ornato de la Masonería. Un rey del que sois amigo desde hace tiempo, y se ha hecho conocer como el más ilustre protector de nuestra orden, debería haberos inspirado el gusto de entrar en ella; pero era a vuestra patria a quien reservabais la satisfacción de iniciaros en nuestros misterios. Tras haber oído los aplausos y sobresaltos de la nación, tras haber visto su entusiasmo y embriaguez, venís a recibir en el templo de la amistad, de la virtud y de las letras, una corona menos brillante, pero igualmente lisonjera tanto para el corazón corno para el espíritu. La emulación que vuestra presencia debe difundir aquí, al dar un nuevo resplandor y una nueva actividad a nuestra logia, repercutirá en provecho de los pobres que ella alivia, de los estudios que patrocina y de todo el bien que no cesa de hacer. ¿Qué ciudadano ha servido mejor a la patria que vos, al ilustrarla sobre sus deberes, y sobre sus verdaderos intereses, al hacer odioso el fanatismo, y la superstición ridícula; al devolver el gusto a sus verdaderas reglas; la historia a su verdadero fin; las leyes a su primigenia integridad? Nosotros prometemos acudir en socorro de nuestros hermanos, y vos habéis sido el creador de un pueblo entero que os adora, y que sólo se conoce por vuestros actos de beneficencia; vos habéis elevado un templo al Eterno; pero lo que todavía vale más, se ha visto cerca de ese templo: un asilo para hombres proscritos, pero útiles, que un celo ciego habría quizá rechazado. Así, muy querido hermano, vos erais francmasón antes incluso de recibir el carácter, y habéis cumplido los deberes antes de haber contraído la obligación en nuestras manos. La escuadra que llevamos como símbolo de la rectitud de nuestras acciones; el delantal que representa la vida laboriosa y la actividad útil; los guantes blancos, que expresan el candor, la inocencia y ]a pureza de nuestras acciones; la paleta que sirve para ocultar los defectos de nuestros hermanos, todo hace alusión a la beneficencia y al amor de la humanidad y, en consecuencia, no expresa sino las cualidades que os distinguen; sólo podíamos añadir a ella, al recibiros entre nosotros, el tributo de nuestra admiración y de nuestro reconocimiento».
Voltaire agradeció la bienvenida del Venerable. A continuación, varios hermanos leyeron poesías y otros textos apropiados; y mientras tenían lugar estas lecturas, el hermano Monnet, pintor del rey, dibujó el retrato de Voltaire. Siguió el banquete, y poco después se retiró acompañado de gran cantidad de hermanos.
El sábado 11 de abril de 1778, fue a su vez el Gran Maestre, el duque de Chartres, el que recibió a Voltaire. Poco después, en la noche del 30 al 31 de mayo, fallecía Voltaire. No obstante, a título póstumo, Les Neuf Soeurs consagraron a Voltaire su sesión del 28 de noviembre de 1778, en el transcurso de la cual debían haberse recibido masones a Diderot, d'Alembert y Condorcet.

LA LOGIA “LAS NUEVE HERMANAS”

  LA LOGIA “LAS NUEVE HERMANAS”
 
           
 
 Medalla de la logia parisina de Les Neuf Soeurs”

 
En realidad, sus actividades comenzaron como “Logia de las Ciencias” fundada en 1765-6 por el filósofo Helvetius (1715-1771) y su amigo, Jerónimo de Lalande (1732-1807). A la muerte de aquel, Lalande, ayudado por la viuda de Helvetius, se propuso honrar la memoria de s amigo por medio de una nueva logia inspirada en su proyecto filosófico y educativo.
Así, la logia “Les Neuf Soeurs” fue fundada en 1776 por Jerónimo de Lalande. Ya en Real Academia de Ciencias de París había en 1769 una "Sociedad de las nueve hermanas" con fienes benéficos bajo la inspiración de las Musas, hijas de Mnémosyne (la Memoria). Con ello se dejana constancia del papel tradicional de las musas como mecenas de las artes y de las ciencias de la antigüedad y su influencia en los círculos culturales franceses.
Durante la Revolución Francesa, la Real Academia de Ciencias se reorganizó de modo que dos miembros de dicha logia, Antoine Laurent de Jussieu y Gilbert Romme, en colaboración con Henri Gregoire, promovieron la creación de una sociedad libre de Ciencias, Letras y Artes para financiar lo que se convirtió en el Instituto de Francia. De esta manera, a principios de la Revolución, “Las Nueve Hermanas” se convirtió en la Sociedad Nacional hasta 1792, aunque se reconstituyó en 1805 y continuó su trabajo hasta 1848 , con una interrupción entre 1829 y 1836, aunque nunca logró recuperar el lustre de su primera década.
           
 
Mandil masónico de Helvetius que llevó Voltaire durante su iniciación. Actualmente está expuesto en el Museo de la Franc-Masonería de Paris

 
Los "Venerables Maestros" de la Logia fueron sucesivamente: Jerónimo de Lalande (1776-1779), Benjamin Franklin (1779-1781), Adrien-Nicolas de La Salle (1781-1783), Nicolas-Christiern Milly (1783-1784), Jean-Baptiste-Margarita Charles Mercier Dupaty (1784), Leonce Elie de Beaumont (1784-85), Emmanuel de Pastoret (desde 1788 hasta 1789).
Según consta en las actas de la iniciación de Voltaire, cuando se le entregó el mandil de Helvetius para que lo llevara, Voltaire lo besó mientras lloraba de emoción por el compromiso que adquiría de seguir su ejemplo.
Nunca se ha demostrado que Condorcet fuera un miembro de la logia.
 
Algunos miembros de la Logia “Las Nueve Hermanas”:

KRAUSISTAS Y MASONES EN BÉLGICA

  KRAUSISTAS Y MASONES EN BÉLGICA
  
En Bélgica, si todos los liberales no fueron krausistas, los krausistas fueron ciertamente liberales. Oponiéndose a las doctrinas estatistas que atacaban los derechos individuales así como al individualismo absoluto de la corriente liberal «doctrinaria», el krausismo se identificó con un liberalismo humanista deseoso de conciliar el principio de la libertad y el principio de la solidaridad.
En este sentido, la Universidad Libre de Bruselas, «vanguardia del liberalismo», contó en su cuerpo docente, desde su fundación, con varios profesores alemanes exiliados a causa de su filiación liberal y formados en la filosofía de Krause. En la Universidad «La doctrina de Krause se transformó de esta manera en el arsenal del liberalismo para la lucha contra la reacción». El centro espiritualista había adoptado la filosofía de Krause como doctrina de combate para la defensa de los derechos de la persona humana.
La filiación masónica de profesores krausistas tales como Altmeyer y Tiberghien parece probar una permeabilidad real entre krausismo y masonería. Los temas de la obligatoriedad y la laicización de la enseñanza primaria estuvieron en proyectos de la masonería belga. Guillaume Tiberghien publicó artículos sobre la enseñanza obligatoria en su obra Enseignement et philosophie, editada en Bruselas en 1873 (Hermenegildo Giner de los Ríos se encargó de traducir estos escritos en 1874, bajo el título La enseñanza obligatoria).
         
Pierre-Théodore Verhaegen (1796-1862) Abogado y político belga, impulsor y primer rector de la Universidad Libre de Bruselas (Université Libre de Bruxelles). Diputado de la Cámara de representantes y Presidente de la misma. Óleo del Museo de la masonería de Bruselas
           
Sin embargo, la condena de la masonería por parte de los obispos belgas provocó en 1873, la salida de los católicos de las logias, y la entrada de miembros anticlericales. Ello supuso también un cambio significativo en la mentalidad masónica pues la entrada en las logias de una generación positivista, agnóstica e incluso atea, acabó por ser predominante. Incluso en la Universidad Libre, parecía que ya no se respetaban las Constituciones de Andersen, rompiéndose el acuerdo entre krausismo y masonería.
Ciertamente, desde sus inicios, la Universidad Libre de Bruselas fundada en 1834, temía el creciente peso político y social de la Iglesia Católica, pero no era anticatólica y mucho menos antirreligiosa. Sus «fundadores», Théodore Verhaegen y Auguste Baron eran ambos masones. En 1859, Théodore Verhaegen reafirmaba en la apertura de los cursos: «La Universidad de Bruselas no está destinada a defender tal o cual doctrina liberal, a acudir en ayuda de tal o cual matiz de opinión, su misión es la de propagar los grandes principios y especialmente el principio del libre examen; ella constituye, la filosofía del liberalismo». Sus primeros profesores, muy poco numerosos, fueron Heinrich Ahrens, de origen alemán y discípulo directo de Krause, Théodore Joly y Pierre-François Van Meenen. Jean-Jacques Altmeyer destacó en el campo de la Filosofía de la Historia, y Theodor Schliephake, en el campo de la Filosofía del Arte; Guillaume Tiberghien, discípulo fiel y sucesor de Ahrens, profesor en la Universidad Libre durante cincuenta años y ferviente seguidor de Krause. Todos ellos eran msones: por ejemplo, Altmeyer y Tiberghien, fueron miembros de la logia de «Los Amigos Filántropos».
 
Charles Buls, alcalde de Bruselas y Presidente de la Ligue de l´Enseignement,  fue iniciado en Bruselas en 1862 en la logia de «Los Verdaderos Amigos de la Unión y del Progreso Reunidos»
           
 
 
     
Otro proyecto educativo notable fue la Ligue de l´Enseignement creada el 26 de diciembre de 1864 respondiendo al llamado de Charles Buls para mejorar y propagar la educación en Bélgica. Entusiasmado por los proyectos y los logros de la asociación holandesa Tot het nut van´t algemeen (Sociedad para la utilidad de todos), con cuyos dirigentes había entrado en relación en 1863, en Amsterdam, en el Congreso de la Asociación Internacional para el progreso de las Ciencias Sociales, Buls intentó convencer a sus amigos bruselenses de las ventajas de crear en Bélgica una asociación semejante. La identidad de miras entre las dos asociaciones era evidente la defensa del principio de libertad de conciencia.
En diciembre de 1864 la Ligue de L´Enseignement, association pour la propagation et le perfectionnement de l´education et de l´instruction fue creada en Bruselas. Jules Tarlier, profesor de la Universidad Libre, fue su primer presidente y Charles Buls, el primer secretario general. Cuatro de los trece miembros integrantes de la Comisión organizadora y fundadora de la Liga eran profesores de la Universidad de Bruselas. Jules Tarlier, Guillaume Tiberghien, Eugène Van Bemmel y D. Bancel. Otros cinco miembros eran antiguos alumnos de la Universidad Libre: François van Meenen, Gustave Jottrand, Emile Féron, Henri Bergé e Ithier.
Las relaciones entre la Ligue de l´Enseignement y la masonería fueron estrechas. Hacia 1870, 40% de los miembros del Consejo General de la Liga eran masones. Charles Buls, secretario de la Liga de 1864 a 1880 y presidente de la misma de 1880 a 1883 y de 1905 hasta su muerte en 1914, había sido iniciado en 1862, en Bruselas, en la logia de «Los Verdaderos Amigos de la Unión y del Progreso Reunidos». Pierre Tempels, jurista de profesión pero estudioso de los problemas educativos, autor de L´Instruction du peuple y verdadero ideólogo de la Liga a partir de 1865, fue iniciado en la logia de «Los Amigos Filántropos» en 1866.
En octubre de 1867, en su discurso de apertura de los cursos en la Universidad de Bruselas, el Rector Tiberghien, exhortaba a los jóvenes estudiantes: «Manteneos firmes en el ideal; es la medida del valor de las doctrinas. Si el ideal de la humanidad os habla de libertad, de justicia y de deber, rechazad todas las hipótesis que sacrifican la libertad a la materia, la justicia a la fuerza y el deber al placer». Tres años después, en los funerales de Jules Tarlier, presidente de la Liga de la Enseñanza, Tiberghien insistía en los mismos conceptos: «Ante esta tumba (…), afirmemos que la vida está hecha ante todo para el deber y no para el placer. Ha muerto en la independencia de la razón y en la integridad de sus convicciones. Unámonos a él en el espíritu y en el corazón para desear que la generación que nos sigue tome, como él, la vida seriamente y sepa vivir y morir como él».